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Dinero, ven a mí

 

La riqueza nace en la mente, igual que la pobreza. Cuando una persona está apunto de acometer un cambio importante en su vida, de adentrarse en un camino de evolución, se manifiestan las pruebas. Y, generalmente, estos retos que se relacionan con aquellos aspectos que necesitamos aprender a desarrollar nos pueden llevar a buscar la perfección.

 La perfección atrae entonces nuestra atención a los detalles, lo cual puede lentamente desacelerar el crecimiento y la transformación, que debería ser la gran enseñanza de nuestra vida. En algunas ocasiones, quedamos tan atascados en perfeccionar los detalles que el proceso se frena bruscamente. Y con él nuestra economía.

Pero ¿se puede aprender a cambiar nuestra relación con el dinero?¿Podemos decidir que nuestra economía mejorará cambiando nuestra forma de pensar? O, dicho de otra forma, ¿cómo podemos atraer la abundancia material y espiritual?  Por esta razón... me gustaría hablar del dinero.

Asumámoslo: ni nuestros progenitores, ni nuestros maestros, poseían la información para educarnos financieramente en nuestra vida, ya que ellos tampoco recibieron esa educación.

 

El dinero es una energía para compartir, para repartir. Y es una energía que debemos amar. Las personas que tienen problemas con el dinero suelen hablar constantemente mal del él.

Lo entregan y lo derrochan con mucha facilidad ¿Y qué hacemos? Convertimos el dinero en un tema tabú en cualquiera de nuestros ámbitos cotidianos... Podemos conversar de sexo abiertamente, de política, de temas escabrosos… pero no de dinero. 

Y así demonizamos a personas que están en una buena posición económica, hablando mal de ellos. Finalmente se trata de una relación tóxica, negativa y nefasta, la que tenemos con el dinero, con la abundancia, con la prosperidad. Buscando eufemismos para definir el dinero: aportación, aini, intercambio, etcétera.

¡La receta perfecta para el fracaso financiero! Y es que la palabra dinero es una palabra como otra cualquiera, que define un tipo de papel, un tipo de metal, en definitiva un conjunto de riquezas o valores que pueden transformarse en un intercambio para conseguir cosas.

Dedicamos mucho tiempo de nuestras vidas en ganar dinero pero, a pesar de ello, ambicionar dinero tiene una cierta mala fama. Pero la auténtica abundancia, tener una vida próspera, no es incompatible con los valores. Por tanto, si estás en un momento de cambio, tu relación, tu manera de ver y entender la relación con el dinero debería ser óptima.

Y visualizarlo como un medio, poniendo cariño en esa energía cada vez que entregues ese metal o ese papel. Es cierto que el dinero ha estimulado el miedo, es cierto que a menudo las riquezas se han logrado prescindiendo de la honestidad, es cierto que en determinados periodos de la historia la riqueza de los ricos se ha edificado sobre la pobreza de los otros. es por eso que nosotros debemos ponerle una buena intención, un buen amor, de compartir, de repartir, de crecimiento.

Porque entre todos podemos obtener una gran abundancia y una gran prosperidad. Pero nadie le dirá a un joven que puede ser feliz con un gran coche, con una gran casa, con vestidos caros. Nadie le dirá que no se endeude para financiar puro gasto y acabará hipotecado de por vida. Nadie le dirá que invierta en lugar de ahorrar; las necesidades o las maneras de adaptarse o trabajar con el dinero son muy diferente a esa ostentación.

Qué también puede estar bien, en acorde con uno mismo. Pero también es cierto que "el dinero es un símbolo de la energía que intercambiamos y de la energía vital que utilizamos, consecuencia de los servicios que hacemos al Universo", como afirma Deepak Chopra

Dinero, te amo; abundancia, te amo. Moneda, te amo; billete, te amo