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Empezamos un año con nuevos propósitos; dejar de fumar, apuntarnos a un gimnasio, inscribirnos en clases de pintura o de manualidades, etc.

Parece ser que la especie humana sigue una pauta desde tiempos ancestrales; cuando empieza un nuevo periodo, hacemos cosas diferentes para encontrar la felicidad y sentirnos mejor.

Es el cuento de cada año. Lo que es una realidad es que todo está en movimiento, además con una rapidez incontrolable. Lo que ayer era válido, hoy no tiene ningún sentido.

La estabilidad laboral forma parte de un recuerdo añorado y ahora impera la flexibilidad, adaptabilidad y el juego. Si, jugar la vida y además hacerlo con grandes dosis de coraje, valor y humildad.

Exigimos soluciones rápidas. Necesitamos saber. No hay la paciencia, un bien en vías de extinción y todo lo queremos con la misma inmediatez que enviamos un whatsapp.

Además, para sentirnos seguros debemos tener un aparente control sobre lo que sea y estar absolutamente comunicados.

Pobres rígidos mortales, aquellos que carecen de esa capacidad promovida en la célebre frase del maestro Bruce Lee: “Fluye, sé agua”.

Ahora más que nunca tienen sentido las Medicinas indígenas, las llamadas  Plantas Maestras, Enteógenas, etc. Este tipo de sustancias, utilizadas ancestralmente por las comunidades indígenas, tiene la facultad de curarte holísticamente; cuerpo, mente y espíritu. A diferencia de la medicina alopática (medicina convencional) que solo interviene sobre el cuerpo físico, la visión indígena contempla todos los aspectos del ser, su entorno, pasado ancestral... 

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Trabaja sobre la prevención, recuperación de la armonía del individuo, y utiliza los recursos que nos da la Pachamama, Madre Tierra. De toda la jerarquía vegetal, la Planta Maestra más venerada es la Ayahuasca.

La palabra Ayahuasca pertenece al quechua, el idioma de los Incas, la antigua cultura peruana, y significa “soga del alma” o liana que nos lleva al mundo de los espíritus. Esta palabra, se usa en la Amazonía peruana, en dos acepciones:

Ayahuasca, vegetal Banisteriopsis Caapi, lianas, enredaderas o sogas de Ayahuasca, que se produce en la selva amazónica.

2. Ayahuasca, bebida sacra, que se prepara en base a Banisteriopsis Caapi y Psychotria Viridis (Chacruna).

Esta bebida provoca estados de carácter curativo, místico y visionario.

Otro sentido contemporáneo, entiende a la Ayahuasca como una extraordinaria substancia química, equivalente a un neurotransmisor u hormona cerebral, que activa el psiquismo y pone de manifiesto o revela las infinitas potencialidades humanas.

Y ahí es donde tiene un gran sentido acceder a la infinita sanación de la Medicina Indígena.

Y ahí es donde la Ayahuasca tiene un gran protagonismo en nuestra sociedad y en la actualidad.

Ingerir el brebaje equivale a diez años de psicoterapia, mostrándote el espejo de tu alma; aquello que no puedes ver, que no sabes ver, que no quieres ver.

Es un antes y un después en la vida de cualquier iniciado. Te enseña la naturaleza del mal, de aquello que te aparta de tu plena salud a todos los niveles;  físico, mental y espiritual y obviamente, restablece  la armonía.

Participar en una Ceremonia Sagrada con la Planta Ayahuasca es un acto de valientes.

Jamás sabes lo que ocurrirá.

Nadie lo sabe y quien te diga que si, miente.

Todo es sabiduría, en las semanas previas, en la ingesta y sobretodo en el posterior.

Ahí es donde está la verdadera sanación, es donde debes rendirte ante lo evidente y re-colocarte en tu mundo, ese lugar que cayó y que de nuevo debes armar.

El apoyo de tu chaman es fundamental, solo él conoce los secretos de tu alma.

La entrega, la humildad y la confianza serán tus banderas en tu nueva etapa, en tu nueva vida, en tu despertar.

Y al igual como las nuevas tecnologías traspasan fronteras y nos dan globalidad acercándonos, la inmediatez, así actúan las Plantas Maestras en la actualidad.

Es el resurgir de nuestras memorias, la activación de la sabiduría, la enseñanza de saber vivir una experiencia humana con plena conciencia de que nada se y lo sé todo.

Mitakuye Oyasin