Las nuevas tecnologías nos acercan, sin lugar a dudas. Tan solo una década atrás cuando publicabas un artículo, columna de opinión, etc. quedaba la reflexión que realizaba el autor, pero ahora la inmediatez de Internet te da juego de recibir un sinfín de respuestas y sugerencias por parte del lector.
Fruto de ello son numerosos correos electrónicos que nos dan nuevas ideas para escribir en este blog. Es el caso de N. N que manifiesta: “hace un año más o menos me dijiste que el 2013 era año para matar y volver a empezar, hasta cuando dura?”. Si, efectivamente, así lo afirmamos.
Nos explicaremos, estamos bajo una gran influencia planetaria, empezó hace dos décadas, numerosas profecías que así lo vaticinaban; el final de una época y el principio de otra. El punto culminante fue el famoso 2012, apoyado por toda una publicidad mediática; películas, novelas, gurús contemporáneos y una serie de mensajes apocalípticos que explicaban con todo lujo de detalles el acabar de una civilización, crisis incluida y el principio de un paraíso celestial en la tierra...
Como anécdota, recuerdo el 21 de diciembre del 2012, efeméride clave, donde algunos conocidos estaban en sus domicilios acompañados por sus familias por “si tenían razón los maestros de Internet y todo acababa en un cataclismo mundial”. Una verdadera locura. Pero esas situaciones que no se produjeron provoco un cierto desencanto e inconscientemente mensajes con conclusiones de este tipo: “ahora debo moverme por mi mismo, nada ni nadie me salvará.”
Cerrando etapas.
El 2013 ha sido un año para matar, es decir, cerrar etapas, además con llave, enterrando el candado y poniendo el valor para empezar de nuevo. Estamos inmersos en un gran cambio de consciencia. Pero la raza humana tiene muchísimo miedo a lo desconocido, por eso clausura a medias... por si acaso. Constantemente estamos muriendo y renaciendo.
Cada vez que cambiamos de trabajo, de pareja, de vivienda, de vehículo, etc. En esta sociedad occidental constantemente abrimos y cerramos. Una sensación de no tener raíces y miedo. Un pánico a no saber quién soy, ni donde estoy, ni hacia donde debo ir.
Y todas estas grandes incógnitas humanas son las que nos dan inseguridad, eternizan el vacío y perpetua la inmovilidad = miedo. Estamos en unos momentos en los cuales debemos asumir responsabilidades. Ya no podemos señalar hacia afuera, es ridículo.
Aquello que no te agrada de los demás es lo que tú debes modificar, aprendiendo de tus carencias, llenándolas de esa enseñanza que se te muestra. A lo que más nos resistimos, persiste. La mente es una gran maestra, y constantemente nos refleja aquello que más nos duele.
Si eso acapara nuestro pensamiento, perdurará. La solución es muy fácil, sacar esa basura mental. La aceptación es imprescindible para saber vivir. Todo lo que llega, bienvenido sea. Sin apegos, sin juicios, sin expectativas, sin resistencias.
Y aunque hay un plan planetario, también lo hay del continente, país, región, familia e individual. Saber cómo se interseccionan esos aspectos en tu propia existencia es lo que te da el saber caminar por la senda que te corresponde. Cuando estás fuera de tu centro, te pierdes.
Por eso es tan importante dejar que todo suceda como debe ser y sobretodo, saber navegar, cogiendo el timón con fuerza en la tormenta y con suavidad en la calma, sin dejar jamás que el oleaje gobierne tu vida.
Carpe diem.
Hay que aprovechar el momento, dejar que la vida transcurra y confiar en el presente. En este mundo caótico hay que ocuparse de lo que funciona y dejar partir lo que fue. Prepararse para cualquier situación y funcionar con grandes dosis de flexibilidad. Todo va tan deprisa...
Lo bueno de todo esto es que las almas que vivimos este periodo estamos aprendiendo mucho, transmutando vorazmente las deudas karmáticas y viviendo la experiencia humana en un máster. A título de nuestro lector N. N. y respondiendo a su pregunta “el 2013 era año para matar y volver a empezar, hasta cuando dura?”. N. N, esto dura, lo que dura. Y esa etapa depende de cada uno de nosotros.
Hay indicios y tendencias colectivas, donde estamos todos juntos, pero los detalles son personales y eso se lo toma cada uno como puede, como quiere o como sabe.
¿Quieres estar dentro del tío vivo dando vueltas o sales para contemplar desde fuera como giran los caballitos?.
Y si no sabes dónde estás, pide ayuda de un chaman, terapeuta, orientador, etc.
Desde otro plano se ve una tesitura muy diferente. Y eso te ayuda a saber vivir la vida.