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El camino del sanador es una travesía interior de profunda importancia, una senda que nos invita a explorar las heridas del pasado para sanarlas y liberar así nuestro potencial interior. Conectado estrechamente con la tierra y sus energías primordiales, este camino nos conduce a través de un proceso de autodescubrimiento y transformación.

En este viaje, nos encontramos con la mesa andina, una herramienta ancestral cargada de simbolismo y poder. La mesa andina, compuesta por piedras que se transforman en cuyas, es un punto de conexión con las energías de la tierra y el cosmos. Estas piedras absorben y transforman los dolores y sufrimientos, brindándonos fortaleza y una profunda sensación de integridad. A través de la mesa andina, nos conectamos con la sabiduría de nuestros ancestros y honramos la tierra, la Pacha Mama, que nos sustenta y nutre.

El trabajo del sanador implica también el dominio de técnicas específicas, herramientas que nos permiten acompañar a otros en su proceso de sanación. A través de la serpiente, símbolo de transformación y renacimiento, aprendemos a mudar la piel de lo antiguo y abrirnos a nuevas energías. Esta conexión con la serpiente nos ayuda a liberar el pasado y a avanzar hacia un futuro más luminoso y pleno.

Trascender las heridas del pasado es esencial en este camino. Aunque algunas de estas heridas puedan parecer superadas en la superficie, es importante reconocer que siguen ejerciendo su influencia en nuestro ser, afectando nuestra energía y vitalidad. El chamanismo nos brinda las herramientas para recuperar estas energías perdidas y alcanzar un estado óptimo de bienestar físico, mental y emocional.

La formación en la mesa andina no solo implica un cambio personal profundo, sino también la posibilidad de compartir este conocimiento y esta sanación con otros. Aquellos que han transitado este camino tienen la capacidad de guiar a otros en su propio proceso de transformación, creando así un impacto positivo en sus vidas y en la comunidad en general.