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Que la paz te acompañe siempre en tu camino de vida.

Como hemos hablado ya muchas veces, nos pasamos la mayor parte del tiempo anhelando la paz. Realmente creo que es una poderosa intención, el tener paz, estar en paz, vivir en paz. Pero, ¿qué sucede durante la mayor parte del camino de nuestra vida?

Cuando nosotros nos desprendemos de las mochilas, de las cosas que tenemos pendientes, es cuando dejamos todo aquello que nos aparta del bienestar y que, simplemente, es aquello que nos hace sentir mal. Abandonamos ese espacio para comunicar con algo muy preciado que es la calma y la tranquilidad.

Cuando esa calma y esa tranquilidad nos da el equilibrio y la armonía prolongándose a lo largo de un tiempo, que puede variar de una persona a otra, entonces entramos en la paz.

En general, nos cuesta abandonar ese rumbo o soltar aquello que nos aparta de la buena vida. Nos sentimos como obligados a permanecer anclados en aguas turbulentas. Y es ahí donde se revela el mayor enemigo:

El desasosiego. Ya que es todo lo contrario a tener la paz: es buscar el por qué, es estar en un estado mental donde siempre se quiere encontrar una respuesta, donde siempre aparece la crítica o el juicio.

Finalmente, en instalarnos en una vorágine que desemboca en una gran negatividad, llevándonos a las preocupaciones, a las culpas, la tristeza, la depresión, …

Así pues, que la Paz nos acompañe siempre.

En este cuarto reto dedicado a la Pachamama nos conectamos con esa energía.

En este nuevo reto dedicado a la tierra hablamos de una paz que tiene que ver con que las cosas están cerradas o saldadas, donde hemos realizado bien las cuentas y donde ya nos reconocemos como seres humanos con errores, y también con beneficios.

Pero donde ya tenemos, tal vez, esa calma, ese equilibrio, esa armonía. Eso nos deriva en tener la paz, dejando ese espacio para todo ese sosiego, para estar a gusto con nosotros mismos.

El cuarto reto en este mes de la Pachamama

Para para realizarlo vas a necesitar simplemente un recipiente de cristal o de cerámica con agua, una brújula para orientarte en buscar las cuatro direcciones o un lugar donde haya tierra fértil, en algún campo, preferiblemente que esté cultivado, donde haya semillas y sobre todo buena predisposición.

A la salida del sol partirás buscando ese campo o espacio que no puede ser un parking, ni jardín; tiene que ser un espacio abierto: a ser posible al pie de una montaña. Irás a ese lugar y te vas a ubicar cara al este, la dirección de donde sale el sol (si tienes algún tipo de duda, simplemente utiliza la brújula).

Donde la flecha indica el este, ahí es donde te debes situar. Deposita el agua en ese recipiente de cristal, que puede ser de medio litro o un litro. Colócalo en tu lado izquierdo, en el suelo. Te descalzas y tocas la tierra.

Haz una invocación que puede ser la que tenemos en la página web de chamanismoparatodos o la oración que tú quieras.

Agradece ese momento donde sale el sol y donde de todo nace y, por un momento, visualiza todo aquello que quieres que nazca en tu vida.

¡Siéntelo!

Pon todo tu aliento con esas intenciones en la tierra, ese hálito que procede del corazón.

Derrama un poquito de agua de la tierra y pon la jarra en tu lado derecho.

Ahí siente como el sol se filtra en ti, como en una ducha, qué te cubre completamente de un color dorado, brillante y radiante; siente cómo esos rayos de sol penetran en su interior, iluminando tu corazón, tu mente, tu cabeza y tu vientre.

Sienten también como iluminan tus manos, la palma y también la planta de los pies.

Cuando percibas que estás completamente iluminada o iluminado con esa energía que viene de Dios, del gran espíritu, del creador

… sentirás como esa energía la traspasas al agua.

Imagínala y visualízala con toda a esa vibración de fuerza, poder y energía.

Cuando tú lo sientas vas a agarrar y vas a beber esa agua.

Vas a sentir como te refresca y cómo te apacigua si acaso hubieran algunos temores.

Déjala de nuevo en el lado derecho, en el suelo y siente con más fuerza toda esa energía de Dios, el gran espíritu, el creador.

Haz tres respiraciones profundas.

Derrama un poquito de esa agua.

Da las gracias.

Y ves hacia tu hogar, dejando esa agua hasta las doce de la noche, tocándole el sol.

A partir de las doce, complétala con más agua.

Y bebe durante toda esa semana de esa agua. Cuando falte un poquito, la vuelves a completar, de manera que vayas aumentando durante siete días.

Que la paz de la Madre Tierra, del Gran espíritu, de Dios, el creador siempre esté contigo.

Bendiciones.

Ana Hatun Sonqo